Movilizada por interrogantes que fueron apareciendo en mí durante el proceso de aprendizaje en la Licenciatura en Educación Física de la Universidad de Flores, es que comienzo a reflexionar y transformar mis ideas desde una perspectiva crítica y transformadora. Hace once años que trabajo como profesora de Educación Física en escuelas del Estado de la Ciudad de Buenos Aires experimentando sentimientos de incomodidad constante frente a determinados aspectos culturales curriculares arbitrarios que obstaculizan el desarrollo libre del escolar, así como también el mío profesional. ¿Cuántas veces los profesores enmascaramos tareas, actividades, ejercitaciones en forma de “juegos” para que aprendan “técnicas”, “contenidos” dentro de un ambiente “armonioso” y “motivador” (entre otros propósitos) …pero, ¿alcanza? ¿es así que respetamos el Derecho al Juego de los/las escolares? o ¿podríamos proponerles un sincero espacio de juego?... ¿No debería ser la escuela la encargada de propiciar los Derechos de los niños que establece la Convención de los Derechos del Niño? ¿Qué lugar le damos a los niños y las niñas en la escuela como para que puedan-logren hacer uso del Derecho al juego?
Por un lado, invito a reflexionar en torno al compromiso, la importancia y la posibilidad que tenemos los que formamos parte de la comunidad educativa, para propiciar el espacio a jugar, a jugar como un Derecho, para encarar una educación de carácter emancipatorio; y por el otro, presento una propuesta, una forma de intervenir y transformar nuestras prácticas pedagógicas en ese mismo sentido.
Voy en busca de mejorar la calidad de vida de los/as escolares a través de una Educación respetuosa de la diversidad cultural y transformadora de la realidad por la que atraviesa el sistema educativo, estableciendo, dentro de las clases, al juego como Derecho.
Derecho al juego - Educación crítica - Educación formal - Propuestas lúdicas.